Existen diversas posibilidades para que el latín vuelva a ser una lengua viva en Europa y sirva de puente entre sus diversos pueblos y gentes. Desde este blog propugnamos una vía lenta, progresiva y amistosa. No se trata de ir contra ningún predominio lingüístico; si una lengua predomina será por diversas razones, y no somos partidarios de luchar contra ellas. Pero el latín, como lengua histórica de una gran parte de Europa, puede facilitar la comunicación, y esto ya sería un gran adelanto.
Un sencillo programa de reintroducción sistemática del latín permitiría mostrar sus ventajas; sólo se requiere que alguna autoridad europea (o nacional) vislumbre esta posibilidad para poner el proceso en marcha.
Desde aquí proponemos sencillas medidas que harían la vida más cómoda a los europeos, sobre todo a aquellos que se trasladan de país a país.
- Acostumbrarse a utilizar rótulos en los aeropuertos, estaciones de tren y autobuses principales, así como las autopistas más importantes, (además de las lenguas ya habituales), en latín. Nombres de ciudades, y servicios de uso común pueden ser nombrados en latín, y de esta manera, ser de fácil comprensión para cualquier persona, no importa su lengua nativa.
- Utilizar el latín para nombrar las reuniones y actividades de la Unión Europea, de manera que ninguna lengua nacional se sienta disminuida o desplazada. Evitando cualquier sensación de imperialismo lingüístico.
- Crear una comisión de notables, formada por especialistas de diferentes países, para unificar los criterios de uso del neo latín. Buscando, además, su simplificación en el uso, para poder introducirlo sencillamente en cualquier actividad que lo haga necesario.
En pasos posteriores, y según la experiencia acumulada, se puede desarrollar nuevas iniciativas para simplificar el caos lingüístico resultante del uso de varias lenguas principales en los documentos de la Unión Europea. Por ejemplo, se podría elaborar una versión original, en lengua latina, de los documentos aprobados, y luego las diversas traducciones, a las lenguas nacionales de cada país, se harían a partir de este documento oficial.
Obviamente el uso de una lengua común puede desplegarse en muchos campos, y en el transcurso de una, o a lo sumo, dos generaciones, las ventajas de esta situación serán tan evidentes que ni siquiera se discutirán. Pero para ello se necesita un impulso inicial, y una prudencia razonable para no dar pasos apresurados que pongan los problemas antes que las soluciones.
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